La interfase consciente entre arte y diseño tiene raíces en el constructivismo ruso y otras vanguardias del siglo XX como De Stijl o Bauhaus, que respondieron a nuevas formas de producción de la época, mismas que suscitaron desplazamientos entre la entonces esfera autónoma del arte y la producción industrial en diseño y otras áreas. A finales de los 90 inició una discusión sobre las relaciones entre el arte y el diseño, dando pie al término designart que vagamente engloba cualquier obra de arte que se mezcle con arquitectura, diseño de productos, de mobiliario, o diseño gráfico.
Todo es Perfecto no se centra únicamente en la relación arte-diseño, sino que presenta objetos que existen en espacios intermedios e híbridos del arte con otras disciplinas además del diseño -cómic, arte sonoro, arte público, moda, prácticas artesanales y arte por instrucciones-, poniendo también en duda la identidad y límites entre unos y otros, más allá de la utilidad que pueda tener su categorización.
La exposición, apunta a utopías modernas generadas por movimientos que han integrado, como pilar y fundamento de su práctica, premisas e ideales que implican la inclusión del arte en la vida cotidiana principalmente mediante el diseño. Durante el mismo periodo, la instrumentalización del arte comenzó a ser validada por medio de la producción de objetos utilitarios, siempre con una intención artística y con la finalidad de establecer las bases para reflexiones tanto contemplativas como críticas de manera continua y orgánica.