Ivana Bašić aborda la vulnerabilidad y transformación del cuerpo y la materia humana. Al utilizar diferentes materiales en su obra (como cera, vidrio, acero, alabastro y pintura al óleo) y combinarlos con la técnica y las cuestiones inmateriales (como la respiración, la presión y la rigidez), las esculturas adquieren una calidad posthumana. Los colores que elige hacen una fuerte referencia al cuerpo humano. Rosa, blanco y combinaciones naturales recuerdan a la sangre, los huesos y la carne. Al residir en el espacio entre la vida y la muerte, estas formas escultóricas prueban los límites de la "minimalidad humana" mientras examinan lo que constituye la noción de "totalidad". Para el espectador, la obra de Bašić evoca tanto la repulsión como la belleza inherentes al dolor y la fragilidad de la existencia corporal. A través de la dualidad de su práctica, Bašić negocia las complejas condiciones de la mortalidad y especula sobre escenarios más allá de la muerte y la singularidad.
La artista ha exhibido ampliamente, montando presentaciones individuales y grupales en el Museo KUMU, Tallinn, Estonia; El Museo Whitney, Nueva York, Nueva York; 6ª Bienal de Atenas, Atenas; Museo de Arte de Hessel, Annandale-On-Hudson, Nueva York; 57. Bienal de Belgrado, Belgrado, Serbia; Centro de Arte Contemporáneo de Estonia, Tallin, Estonia; Museo de Arte Contemporáneo La Panacee, Montpellier, Francia; Künstlerhaus Halle für Kunst & Medien, Graz, Austria; Galería Andrea Rosen, Nueva York, Nueva York; Galería Leal, Estocolmo, Suecia. Su obra se encuentra en la colección permanente del Museo Whitney, Nueva York, Nueva York. La artista vive y trabaja en Nueva York, Nueva York.