La galería anonymous se complace en anunciar El Camino, la segunda exposición individual de la galería con Hugo Montoya, y la primera exposición individual de Montoya en la Ciudad de México, una ciudad en la que pasó varios años trabajando y viviendo. Montoya, al igual que sus piezas, son nómadas. Atraviesan el tiempo, el espacio y las culturas, llevando el peso de los estereotipos y las historias, solo para destrozarlos y convertirlos en preguntas. El trabajo de Montoya ofrece pocas respuestas; en cambio, evoca ficciones y absurdos que nos dejan suspendidos en el acto de asombro.
El Camino abre el 5 de febrero y el público lo inaugura el 7 de febrero, de 6 a 9 p. m. C. Gobernador Ignacio Esteva 44, San Miguel Chapultepec I Secc, Miguel Hidalgo, 11850 Ciudad de México, CDMX, México | Piso 3. Para más información, contacta con hola@anonymousgallery.com
ACERCA DEL ARTISTA:
Hugo Montoya (nacido en 1975, Gainesville, Florida) vive y trabaja entre Catskills, Nueva York y Ciudad de México. Entre sus últimas exposiciones individuales se incluyen: anonymous gallery (Nueva York, NY); Et al (San Francisco, CA): Tiro al Blanco (Guadalajara): Gondola Wish/Lulu (online): Rinomina (París); Big Pictures LA (Los Ángeles); Emerson Dorsch (Miami); Guccivuitton (Miami); David Castillo Gallery (Miami)
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Según la mitología Nahua y siguiendo la promesa de Huitzilopochtli, los mexicas caminaron durante doscientos sesenta años desde Aztlán hasta encontrar la señal divina escrita en las profecías, un águila devorando a una serpiente sobre un nopal. Guiados únicamente por la idea de la tierra prometida generaciones enteras se sacrificaron hasta encontrar el símbolo que les permitiría fundar una ciudad sobre un lago. Este espíritu místico e inalcanzable se nutre de miles de historias que se ocultan y sintetizan bajo el mito nacional. Durante la modernidad y con la fundación del estado-nación quizás este símbolo se convierte en el primer “ready-made” del valle de Anáhuac, un símbolo figurativo y escultórico que evoca la historia del sacrificio místico de todo un pueblo.
Quinientos años más tarde pareciera que el determinismo detrás de los algoritmos estandariza nuestra realidad mediante los dioses posthumanistas tecnológicos, a través de aplicaciones en nuestros teléfonos, para trazar caminos lógicos. A veces se siente como si cada decisión que tomamos está definida previamente y controlada por fuerzas más allá de nuestra propia razón. El puritanismo anglosajón que controla occidente basado en el pensamiento binario del si/no // cero/uno reduce las posibilidades poéticas de la realidad. Existe una tensión permanente entre estas fuerzas, entre la lógica y el azar, entre lo previamente determinado y el libre albedrío, la sorpresa que está en todo lo que nos rodea pero que pocos saben cómo mostrarlo.
En esta exhibición Hugo Montoya hace un despliegue de símbolos que juegan con estas tensiones, con la historia y las sensibilidades complejas y contradictorias que todavía nos habitan. Montoya propone puertas a nuevas dimensiones a partir del juego, disciplinado por la sensibilidad de un nómada que siempre está en búsqueda de tesoros únicos. Hay una delicadeza casi quirúrgica en la selección de pinturas encontradas y combinadas con elementos llenos de historias provenientes de diferentes lugares, trabajados con una alquimia propia de alguien que construye una nueva imaginación con la realidad que ya existe, donde la ambigüedad es una invitación a soñar con lo que está detrás de lo que ven nuestros ojos, promesas de horizontes divinos en tierras lejanas.
Cada decisión es un camino que elige una posibilidad. Hay una conducta que decide una cosa sobre la otra, una discriminación que se nutre de intuición, contexto y azar. Cada material contiene una historia, una carga espiritual, cada decisión del artista un nuevo camino. Esta exhibición es una suma de estas decisiones y posibilidades que se nutren entre sí para existir en este tiempo y espacio.
- Alberto Rodríguez